“Don Juan dijo que el nagual
Elías le había explicado que la característica de la gente normal es que compartimos
una daga metafórica: la preocupación con nuestro reflejo. Con esa daga nos cortamos
y sangramos. La tarea de las cadenas de nuestro reflejo es darnos la idea de
que todos sangramos juntos, de que compartimos algo maravilloso: nuestra
humanidad. Pero si examináramos lo que nos pasa, descubriríamos que estamos
sangrando a solas, que no compartimos nada, y que todo lo que hacemos es jugar
con una obra del hombre: nuestro predecible reflejo.
-Los brujos ya no son parte
del mundo diario -siguió don Juan- simplemente porque ya no son presa de su
reflejo.”
(El conocimiento silencioso, Castaneda)
Cortarse,
predecible reflejo,
y fingir
sangrar en grupo
cayendo,
con cada gota,
en la cuenta
de la inevitable
soledad.
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