Cuando me arde
respirar por la mañana
y se dilata mi felicidad
hasta enturbiar el tacto,
lloro sobre el cuaderno.
Porque tu risa
me desconsuela
y no puedo
siquiera
cortar mis uñas
sin padecer la farsa.
El cielo está gris
y llueve un poco,
el brillo de tus ojos
me enceguece
y la última noche
llega sin prisa.
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